Tai

martes, 10 de marzo de 2009


Nombre: Tai
Molde: Little Junior Hades CH
Sexo: Hombre
Edad: desconocida (rondando los 8 años)
Cumpleaños: desconocido
Nacionalidad: Japón.
Le gusta: Leo y Noa, la comida caliente, dormir en una cama mullida, sentirse seguro, dibujar, jugar, que le dejen ser un niño.
No le gusta: la casa del bosque de la que huyó, los gritos y los golpes, los hombres con pinta de guardaespaldas le dan terror.
Aficiones: Está aprendiendo a leer y a escribir, siempre tiene que estar con Noa o con Leo, no puede estar solo.
Carácter: Tímido y muy asustadizo, le cuesta mucho abrirse y decir lo que sea, lo que piensa o responder a preguntas, siempre tiene miedo de que le peguen por ser así.
Historia: Algunas personas tienen una infancia muy dura, otras como Tai simplemente no la tienen. Es albino, tiene la piel blanca, el pelo blanco y los ojos rosas, y su padre no tolera semejante humillación para la familia. En un hogar lleno de odio y desprecio, u "accidente doméstico" hace que la madre de Tai muera y acto seguido el padre se suicida, huyendo Tay lo más lejos posible porque cree que todo es culpa suya. Así que acabó en las calles, buscando comida entre los cubos de basura y escondiéndose de todo el mundo, puesto que entre los mendigos también era un renegado por su físico.
Una noche llegó una mujer en un lujoso coche negro, y le dijo que si se iba con ella, no le faltaría de nada, sería adoptado y por fin tendría un hogar. Loco de alegría, no se lo pensó un momento, y acompañados de dos enormes guardaespaldas, llegaron a España en el jet privado de la mujer.
Sin embargo, el lugar de tener una familia, Tai se convirtió en la atracción principal de una red de turismo sexual pederasta. Encerrado en una casa en medio del bosque donde nadie podía oír sus gritos, no había día que alguien no requiriera de sus “servicios”.
Una mañana que estaba jugando con una pelota en el patio de la casa, bajo la atenta mirada de los gorilas, descubrió un agujero en la reja que rodeaba la casa, y lanzando la pelota lejos para disimular que iba a por ella, se escapó al interior del bosque, corriendo como nunca en su vida lo había hecho.
El azar quiso que justo cuando los guardaespaldas, que habían salido tras él, estaban a punto de localizarle, Tai tropezó y cayó a un profundo agujero en la tierra escondido entre unos matorrales, de manera que pasaron a su lado pero no le vieron. Sin embargo, lo que al principio parecía su salvación no tardó en convertirse en su cárcel: una roca se desprendió de la pared cayéndole sobre una pierna y taponando la salida, de manera que apenas podía moverse por el dolor, como para intentar escapar. Se pasó encerrado en aquel agujero más de un día, hasta que Noa apareció por allí de casualidad y escuchó su llanto. Sola, consiguió ensanchar el agujero como para poder meterse y sacarle de allí, le llevó a casa y poco a poco se ha ido convirtiendo en su verdadera familia, tratando de recuperar la inocencia perdida.

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